31 de agosto de 2010

Cambiar, cambiar, cambiar de lugar

Ya lo cantaba el sombrero loco en la VERDADERA historia de Alicia en el País de las Maravillas.
Por fin llega septiembre con renovados aires y expectativas. Cambio de lugar, de situación, de cargo y de mentalidad. No hay un curso que tenga que empezar. No hay matrícula que tenga que rellenar. No hay DVD que tenga que hacer. No hay exámenes que tenga que aprobar.
Lo que si que hay son unas fiestas enteras. Unos textos extensísimos sobre escultismo que leer. Un proyecto que "continuar". Un libro de roverismo que estudiar. Un novio al que echar de menos.
Se acabó la angustia... por lo menos la angustia scout. De los demás tipos de angustias tengo para dar y regalar.
Bocanada de aire fresco y un montón de ilusión. Esa que perdí en algún lugar a mitad de camino en esta ronda. Ganas de sentarme a escuchar y levantarme a actuar. Ganas de empezar a cambiar el mundo de verdad. Ganas de cambiarlo a través de ellos.
Ganas de zambullirme en esa misteriosa "intervención social" de la que todos hablan y de la que tan poquito sé.
¿Ganas de acabar la carrera? Pues también. Ganas de saber que pasará.
Ganas de que llegue el otoño y salir a pasear con la nipona.
Ganas de ver Burgos desde la ventana de tu habitación.
Ganas de echar de menos a la manada. Ganas de animarla con todas mis fuerzas en el viaje que comienza. Ganas de ayudarla a quererles y entenderles. Ganas de estar ahí para que no sufra sino que disfrute de la unidad que tanto me ha dado, y me ha robado. Ganas de ver sus festivales y obras teatrales desde la grada, ganas de intentar entender lo que quieren transmitir.
Ganas de descubrir cosas nuevas con ellos. Ganas de subir a lo más alto de una montaña. Ganas de sudar en el camino. Ganas de volver a sentirme Rover.