14 de noviembre de 2010

Hoy: Domingo... como no podía ser de otra manera

Otro domingo más. Suma y sigue. Como puedas. Aguántate. Respira hondo. Consuélate. Arranca el coche y desaparece de mi calle. Otro domingo más. Hasta el fin de semana siguiente. Son cinco días. Son pocos pero larguísimos. A veces es tan inaguantable que dan ganas de dar un puñetazo contra la pared. A veces el vacío es tal que te sientes tan solo tan solo que solo tienes ganas de dormir. Así pasa el tiempo más rápido. Así pronto amanece. Así pronto sumas un día más. Restas un día para verle. Otras veces procuras no pensar en ello y consigues distraerte. Basta con hacer planes para el viernes, para el sábado, para el domingo. Basta con imaginar cómo serán esos días. Imaginar que harás, que haréis, donde estaréis. Cerrar los ojos a las 12 de la noche y aguantar despierta hasta las 12,30 soñando historias que solamente pueden acabar bien. Y que no tienen nada que ver con Valladolid o Burgos, ni con la distancia que las separa, ni con las cosas que hacemos cada uno en nuestra ciudad. Soñar despierta historias que no acaban nunca. Historias que dejas a medias para así poder retomarlas a la noche siguiente. Así pasan los días, esperando que llegue ese momento de calma en la noche en el que conectas con el y te burlas de los kilómetros.
Pensar y hacer un guión de las cosas que decirle cuando le veas. Hacer una lista con los besos que le vas a dar. Un esquema de caricias.
Sustancias inocuas que me sirven, más bien que nos sirven para digerir los lunes, los martes, los miércoles, los jueves y un poquito de los viernes. ¿Me equivoco?