30 de enero de 2011

Rugir de tripas

Estoy postrada en la cama y con estómago vacío. Aranda resultó ser una bomba. El jamón estaba bueno y el Lambrusco más, eso ya lo sabemos. Las copas de sus bares son matarratas, pero había que beber algo para combatir el puto frío burgalés. Nos lo hemos pasado como unos enanos y ha sido genial poder estar alli con Isa, todas juntas y pasándolo bestial. Lo peor ha sido el amanecer. A la una de la tarde, en un colchón que no es el tuyo, en un pueblo que no es el tuyo, con un cuerpo que no es el tuyo. Cocacola + montadito de Jamón + café con leche + una hora de viaje a 130 km/h = vómitos y dolores de cabeza. Pero supongo que todo va hilado con lo de anoche, pooor supuesto. Asi que aquí ando, costreando y con pelos de loca. Llevo toda la tarde dando tumbos de mi cama a la de mi hermana, pasando por el retrete para descomer la tortilla de ayer. Mañana, Iker me ha prohibido beber leche, me levantaré con tanta ansia que desayunaré cocacola y un bocata de queso. Es lo más probable. Menuda mierda, llevo toda la tarde dormitando y ahora no voy a poder dormir. Encima con hambre. Lo peor.
Mañana es lunes ¿Podría ser peor? Si. Empiezo las clases. De ocho a diez de la noche, como nos gusta. El único consuelo es que el martes como de McAuto. Nos vamos de acampada y tengo cena (en la que juro no beber ni un cubata).
Hambreeeeeeee.