15 de febrero de 2011

¿Quién fué el detonante?

Hace un par de semanas se lo comentaba a los Rovers. El mejor año de universidad suele ser el tercero.
Tu primer año recibes ostias como panes, merecidas (sobre todo). No estudias, sales de fiesta, no te pierdes una y haces millones y millones de "amigos". Las salidas son multitudinarias y todos juntos llenáis las bodegas de algún bar de bebida al por mayor. Todo es nuevo, por ello te permites el lujo de utilizar esto como escusa para todo. He suspendido 7, bueno es que jamás hice exámenes así en el colegio!! No me da tiempo a coger tantos apuntes, bueno es que en el colegio tenía libros!! No he ido a casi ninguna clase, bueno es que las relaciones que haga ahora serán la base de mi futuro profesional!! Casi todo cierto, por lo menos en ese momento, en tu primer año de carrera.
El segundo año conoces a más gente, repetidores que te encuentras en tus asignaturas. Como hermanos mayores que te aconsejan y te enseñan trucos, y exámenes de otros años. Seguramente tu grupo de amigos se vaya reduciendo y te quedes con los que realmente congenies mejor. Ya no sois tantos para salir, pero se pasa mejor. Con suerte conoces a más gente como tú, que el año anterior no compartía tu horario, y dices para tus adentros "que buena idea fue cambiarme a la mañana!!" La gente de primero que sigue a tu lado se convierte, sin querer, en tu punto de referencia, y juras y prometes que pase lo que pase nada os separará. Hacéis planes de futuro que son estructuralmente insostenibles (y eso que repetíamos Estructuras I).
Llega el tercer año. Tu grupo está formado. Sois como un clan, todos juntos a todas partes. Os vais de viaje fin de carrera. La mejor experiencia de vuestras vidas (al menos de momento, en mi caso). Cruzar el charco, con 5o conocidos de hace un par de años. Con amistades recién formadas, no consagradas, sin malos rollos en las maletas. Disfrutas de esas dos semanas como si te fuera la vida en ello. Eso te une más a esa gente, que para ti, son lo que da alegría a la Carrera. La vuelta no puede ser mejor. Millones de anécdotas que tus amigos de siempre no entienden, solo ellos, esas mismas personas que hace tres años eran totalmente desconocidas. Es inevitable tener favoritos, o ya no favoritos, sino personas más importantes dentro de esas personas importantes. Se nota, todo el mundo es consciente de las conexiones que existen entre personas del mismo grupo. Pero es normal, nadie se escandaliza, nadie se siente dolido. Pero esto marca el antes y después de todo lo demás.
Acaba tercero. Llega el verano. Si te visto no me acuerdo. Hay quién acaba la carrera, hay quien tiene 4, otros tienen 3 pero no son las mismas que esas 4. Hay quién comienza con el proyecto y quién machaca la topografía en soledad. En principio del fin (me gusta llamarlo).
La gente de fuera no se siente atada a Valladolid. Eso es algo que jamás terminaré de entender. Has pasado aquí ¿cuánto? ¿3, 4 años? De repente desapareces, no das señales de vida. La gente se empieza a mosquear. El grupo que se fue de viaje al otro lado del mundo, que cruzó en avión el Atlántico, se disgrega por la geografía Española. ¿Es normal? ¿Es justo?
Quizás mi opinión este condicionada a que yo nací aquí, estudié aquí y aquí sigo. Pero no olvido. Si yo fuera de fuera (valga la redundancia) jamás olvidaría a las personas que vivieron conmigo la experiencia que ha supuesto la Universidad. Intentaría mantener el contacto, de echo, en la mediad de lo posible, así ha sido. Recibir silencios como respuesta no es algo que anime a continuar. He perdido a personas que juré en alguna playa de Cuba, nunca dejaría. He perdido o me han robado. Me las han robado o se han dejado robar. Supongo que todo viene en función de la forma de ser de cada uno. Voy a Valladolid, estudio y disfruto con la gente de allí lo que dure esta etapa, y después, cuando ya no te necesite para nada, cuando tu presencia me sea indiferente, cuando no me tengas que dejar apuntes, cuando no necesite que llenes mis ratos muertos, si te he visto no me acuerdo. Es duro echar la vista atrás y pensar "has sido taaan gilipollas por pensar que esa amistad, para esa persona, significaba algo...". He sido tan gilipollas que me siento como una gilipollas al imaginarme a esas personas, en sus casas, recordando los años de facultad, recordándome a mi, y pensando lo insignificante que soy para ellas. Me siento tan pequeña, tan pequeña que me dan ganas de gritarles todo esto.
Luego recuerdo a esas personas (que puedo contar con los dedos de la mano), que comenzaron conmigo el viaje, aquel lunes por la tarde, en una universidad nueva, en una carrera desconocida, y me siento tan grande, tan grande que me dan ganas de borrar a todas las personas que sobran. Amigos, que con el paso de los años, se han unido más a mi, en vez de echar a volar poco a poco. Amigos por los que hacer lo que sea, cuando sea. Amigos. En definitiva. Personas que han echo que estudiar Arquitectura Técnica, en esta nuestra universidad, haya sido la mejor decisión que he tomado en mi vida.
Pensar que podía haber estudiado enfermería, que jamás os hubiera conocido y que jamás estaríamos donde hemos llegado, me da dolor de cabeza.
Vosotros compasáis a todas esas personas que se fueron perdiendo por el camino. Y dentro de 20 años, cuando eche la vista atrás y recuerde los años de Universidad, pensaré en vosotros y en que a pesar de los suspensos, los llantos, los trabajos horribles... todo mereció la pena.
Os quiero tanto tanto tanto que sería capaz de calcular durante 1 meses pórticos de tres pilares (fíjateee fíjatee!!!).