8 de mayo de 2011

Adiós (hasta mañana)

Tras un mes de idas y venidas echo raíces de nuevo en mi buhardilla. Sé que será un mes y pico intensamente intenso. El fin está cerca, pero todavía se me escurre entre los dedos. Empieza a hacer calor. Se acerca esta época en la que todo el mundo se encierra en las bibliotecas y yo me encierro en mi buhardilla. Me encierro dentro de mi cabeza. Quizás lo de anoche, quizás lo de esta mañana, haya sido una despedida. Quizás no sea la misma hasta que todo termine. Quizás no termine. Quizás termine. No te voy a prometer nada. Siempre acabo pidiéndote perdón. Es una mierda. Soy una mierda. Pero algo debe de haber cuando esto no para de avanzar. Te echaba de menos. Como siempre y como nunca. No me acordaba de lo guapo que eras. No me acordaba de lo bien que encajamos. No me acordaba de despertarme a mitad de la noche y notar que me falta espacio en la cama. No me acordaba de tu olor. No me acordaba de tus caricias, ni tampoco me acordaba de las mías. No lo quiero olvidar nunca jamás. O quizás si. Olvidarlo y recordarlo es fascinante. Todo parece nuevo aunque al recordarlo me sienta como en casa. Es increíble que después de tanto tiempo te quiera más que antes. Si hace cuatro años (y pico) me hubieras escrito un mensaje con una predicción de futuro semejante a esta, te habría ignorado. Ahora mismo no me atrevo a escribirte un mensaje con un predicción del futuro. Quiero tantas cosas. Tengo miedo. La mitad de esas tantas cosas no las encontraré aquí. En casa. Sé que no tengo que pensar en ello, que este tema ya está zanjado. Como zanjado está esto también. Te quiero. Buenas noches Burgos. Adiós (hasta mañana).