24 de febrero de 2012

Tres semanas

Tres semanas en Inglaterra. Ahora empieza mi vida aquí, pasaron los días de adaptación, ha comenzado la rutina.
Esto ya no parecen unas vacaciones, con todo lo que eso conlleva. Poco a poco me he ido haciendo un hueco en esta casa y en este país. Cuando paseo por la calle no puedo evitar sonreír, pienso donde estoy y eso me hace feliz. Supongo que esto es lo que se siente cuando alcanzas un sueño, cuando vives la vida que quieres vivir, cuando consigues aquello que anhelabas tener.
Me siento bien, me siento a gusto. Ahora estoy haciendo lo que quiero, vivo fuera de casa, hablo inglés, estoy conociendo a gente nueva, estoy probando muchas cosas, conociendo otra cultura.
Puedo hacer lo que quiera, y lo que es más importante, puedo empezar de nuevo. Empezar otra etapa, puedo sentir esa magia y esa emoción que envuelve las cosas nuevas. La ilusión de los primeros meses de una relación, el olor de los libros cuando empieza el nuevo curso, el ansia de probar ese juguete que acabas de comprar, las ganas de estrenar ese vestido nuevo.
Sentada en la estación de autobuses, en Harrogate, abrigada hasta la nariz, veo a la gente pasar y no puedo evitar sonreír.
Os echo de menos, pero es un sentimiento bonito, para nada doloroso. Os echo de menos lo suficiente como para querer que vengáis a conocer mi nuevo hogar, pero no tanto como para volver a España. Siento que este es el sitio donde debo estar.
He venido para quedarme.

(Me he emocionado un poquito, pero es que todo, absolutamente todo, me parece emocionante).