21 de marzo de 2011

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“Menudo imbécil”, se repetía una y otra vez para si mismo. Ella le mira con la mejor de sus sonrisas y el es tan tonto de agachar la cabeza.

Se apresuró rápido al mostrador, pido un té con limón para llevar y salió de allí corriendo como alma que lleva el diablo. Sin echar la vista atrás.

De haberlo hecho quizás no se hubiera sentido tan estúpido.