4 de abril de 2011

2.2.

Su nombre era Pedro, le habían enviado para recogerla y llevarla al hotel. El señor era bastante simpático, solo le hicieron falta un par de minutos para tomarse la confianza de darle la bienvenida al país como si fuera el presidente. Llevaba un bigote espeso que enmarcaba una sonrisa de esas que inspiran confianza. Su pelo oscuro como el carbón y sus facciones redondeadas la hicieron sentir como en casa. Simplemente con mirarle y escuchar su risa se sentía segura, de esta forma poco a poco empezaron a disiparse los malos pensamientos que la abordaron a la bajada del avión.

Era una extranjera en tierras desconocidas. Menos mal que no la hacía falta hablar en inglés. De no haber sido así hubiera estado llorando las 13 horas de vuelo.