9 de septiembre de 2011

Esa pequeña esperanza, ahora absurda, que tenía. Esa esperanza de que aparecieras por casa, aunque fueran 10 minutos, antes de explayarte en las fiestas de mi pueblo. Esa esperanza mantenida durante todo este verano, de que algún día, dejarías de hacer lo que hicieras, cogerías un bus y vendrías a verme. Ahora es cuando me siento estúpida, por esa esperanza absurda. No creo que lo entiendas.
Cuánto más das, más pierdes.