12 de octubre de 2011

Papa, ya soy aparejadora

Así empieza lo que bien acaba. No sabría como describir ese momento. El momento de subir los escalones de dos en dos, deprisa, jadeando, correr por el pasillo y lanzarse contra esa lista. Comprobar dos, tres veces que mi número no está. No estaba en la lista. Es la primera vez en mi vida que me alegro tanto, tantísimo, de no salir en una lista. No estar en ella solo podía significar una cosa. Solo podía significar que todo se había acabado. No más horas, días, años, pensando en acabar. No más, se acabó, por fin, el fin. Soy lo que tantos años llevo esperando. Acabé con todo eso, superé todas las pruebas, estoy aquí, con una paz inmensa. No me salen las palabras, no os puedo explicar lo que siento, que es tan grande que me asusta. Todavía no me creo que no voy a tener que preocuparme de exámenes, trabajos, finesdecarrera. Le he dedicado tanto tiempo, tantos años, que ahora me siento vacía, o realizada, no se bien. Es extraño, es lo que todo el mundo siente cuando por fin se acaba. O eso creo. Creo que todavía no lo he asimilado del todo, creo que todavía no soy consciente de lo que supone.
Soy feliz. Más que nunca. No se cuánto durará, supongo que lo que tarde en darme cuenta de que tengo que empezar a vivir. Durará lo que tarde en empezar a planear mi futuro. O quizás dure mucho más.
Que me esperará, que pasará, que encontraré, me gustará? No se nada, no controlo nada. Me voy a tener que dejar llevar, algo que no tolero casi nunca.
No tengo a nadie que me dedique una entrada en su blog, por eso me la dedico yo misma. He dicho cosas preciosas de mucha gente, desde esta ventana, desde este blog, tengo ganas dedicarme un momento a mi misma. La mayoría de toda esa gente ha vivido conmigo esta experiencia, me han echo especial, pero también yo misma.
Esta etapa se acaba, por fin. No se como seguir, no se como dar lar gracias a las personas que me han acompañado, ayudado y aconsejado. No se quién voy a ser, solo sé, que ojalá consiga una pequeña parte de lo que tu has conseguido. Si escogí este camino, en su mayor parte fue por ti. Tu has sido el que más me ha apoyado, el único que ha entendido completamente todo lo que he pasado; me has dado un empujón cada vez que lo he necesitado, y no han sido pocas veces, has apoyado cada decisión que he tomado y nunca, nunca, nunca, has dudado de mi, sobre todo cuando, hasta yo misma, lo hacía.
Es el momento de empezar de cero.
Papa y yo