8 de mayo de 2012

Quiero escribir. Quiero escribir de todo, pero solo me salen palabras para hablar de lo nuestro. O de lo que tuvimos o de lo que no sé si tendremos. Ya no sé ni que etiqueta ponerle. Hoy lucía el sol y entre los papeles del banco asomaba tu última carta. Sin saber como y sin querer, estaba sentada en el borde de la cama releyendo mis párrafos favoritos. ¿Como es posible que en tres meses las palabras que significaban todo ahora ya no signifiquen nada? Lo entendía, pensaba que dejaba las cosas bien atadas cuando me marchaba. No fue así. Pequé de lista, de optimista. Ahora estoy a miles de kilómetros de distancia y no consigo encontrar nada mejor. No lo busco. No lo tengo. Lo perdí, lo sé, pero a cambio gané miles de cosas más, así que no estoy triste por ello y no me siento mal por no estarlo. 
Dije que seguiría con mi vida, me escribiste pidiéndome que lo hiciera. Es lo que intento, y no pienses que es fácil. No es fácil. Estoy lejos, muy lejos, de mi hogar, de mi entorno, de mi gente. No es fácil. No me juzgues, si es que lo estás haciendo. 
Espero que tras escribir todo esto me vuelvan las ganas de escribir sobre todo lo demás. Acabo de pasar el cruce, vendrán más, pero ya no me pillarán por sorpresa. 



El lugar donde viene a morir el amor (Zahara)