8 de agosto de 2012

No quiero escribir sobre ti. Tampoco sé que decir. Tampoco sé que pensar. No quiero pero tengo un impulso muy rebelde que me sale de dentro, que me obliga a escribir sin decir nada y que me obliga a pensar sin pensar en nada. 
Solo quiero pensar en mi, es lo que más me conviene ahora, porque nadie lo hará por mi. Solo quiero pensarme pero sin querer (queriendo)...
Siempre, siempre hay un maldito pero. Siempre, siempre hay algo. Nunca hay nada. Un pero, una escusa o un mar Cantábrico.