30 de mayo de 2011

Toda una declaración (de intenciones)

Pequeños gestos que hacen que la vida valga la pena. Palabras en boca de gente adulta y experimentada, en esto del vivir, que hacen que la vida valga la pena. Puedes tardar en darte cuenta de estos pequeños detalles, o puede que en una tarde y una noche, se agolpe todo en tu cabeza y los sentimientos vayan a velocidad >> x 200. Es como si durante todos estos años haya ido descargándome actualizaciones de mis sentimientos, pero a un nivel muy lento, cuando de repente, encuentro un servidor con mogollón de capacidad, y toda esa información que iba lenta cual caracol haya cogido la velocidad de la luz y haya instalado en mi disco duro mental la cantidad ingente de cuatro millones seiscientos mil sentimientos nuevos. Uno por cada año a tu lado. Memoria refrescada y actualizada. Puede ser análogo a una operación de cataratas. Llevas tanto tiempo con esa película borrosa en tu pupila, que ya te convences de que, en realidad, todo tiene esa falta de nitidez. Unas palabras, una imagen, un beso y una caricia. Esa sabana que cubre tus ojos se rompe y aprecias, por primera vez en tantos años, la claridad de las imágenes y de los sentimientos que van atados a ellas. Te invade un torrente de novedades sensoriales que abruma, pero no agobia. Con dos horas de sueño dormitas durante un largo domingo solitario, en el que los kilómetros van aumentado y tu insensibilidad disminuyendo. Lo vivido en días pasados ha sido tan maravilloso e ilustrativo, que te dan ganas de pasar hacia delante las páginas de nuestra vida, solo para ver lo que nos espera. Deseo, algún día, poder resumir en palabras todo lo que he sentido junto a ti. Deseo que estés allí presente para poder escucharlo y que entiendas que por ahora y de momento jamás he sentido como siento. Jamás he besado como beso y jamás he amado como amo. No puedo imaginarme un martes, ni un pasado mañana, si tú no estás (aunque sea por whatsapp). Dado el primer paso te aseguro de que daría un millón más, si tardes/noches como las de sábado se vuelven a repetir. No hay nadie, nadie, que me entienda como tú. Grandioso regalo que me brindó la amistad que teníamos. Grandioso regalo que me dio tu impulsividad al lanzarse a dar el primer beso. Graciosa esa camisa, esos pantalones, esas manos y esos besos. Grandioso el sentimiento de agradecimiento. Grandioso tú, que haces que todo merezca la pena. Te quiero, no como antes. Te quiero como ahora, que es el momento en el que más te quiero.